miércoles, 16 de julio de 2014

DISCRIMINACIÓN ÉTNICA Y RELIGIOSA

Por Armando Maya Castro

En México, algunas mujeres son discriminadas por su género, por su condición étnica y por su credo. Urge poner fin a esta triple discriminación, causante de dolor y sufrimiento
El fenómeno de la discriminación que sufren los pueblos indígenas de nuestro país se remonta al tiempo de la Conquista de México, empresa que fue consumada por Hernán Cortés y sus tropas en nombre del rey Carlos I de España, entre los años 1519 y 1521.

Desde entonces, los grupos indígenas de México empezaron a recibir de los expedicionarios al mando de Cortés un trato cruel y discriminatorio. Aparte de sufrir el ilegítimo despojo de sus tierras y recursos, comenzaron a ser vistos por los conquistadores como enemigos y seres inferiores. Trato similar recibieron tiempo después de parte de los advenedizos europeos, emigrantes peninsulares y funcionarios reales, quienes se disputaban entre sí los bienes de México en detrimento de los grupos indígenas, los verdaderos dueños de aquellas riquezas.

Este arbitrario despojo de sus tierras y bienes fue legalizado 25 años antes de la llegada de Cortés por el papa Alejandro VI. El 13 de mayo de 1493, a través de la bula Inter caetera, el impúdico Rodrigo Borgia "declaró pertenecientes a Castilla las islas descubiertas por Colón en el camino hacia las Indias Orientales". Un día después emitió la bula Inter caetera II, declarando "como línea de demarcación el meridiano que pasa a 100 leguas al oeste de las Islas Azores y Cabo Verde (archipiélagos portugueses en el Atlántico). Las islas y tierras descubiertas al occidente de esa línea y mediodía pertenecerían a los Reyes Católicos”, escribe Julio Ricardo Castaño Rueda en su libro Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, historia de una tradición.

Las “bulas alejandrinas” o “donaciones apostólicas” –como se les conoce– cedieron las tierras descubiertas a los reyes de España y Portugal. El principal beneficiado fue España, a quien el papa, de origen español, entregó prácticamente todo nuestro continente. ¿Pero cuál fue la condición que impuso el papa a los monarcas de España y Portugal a cambio de la donación de las tierras que nunca fueron de su propiedad? La condición de Alejandro VI fue que estos monarcas realizaran en América una actividad “cristiana”, consistente en imponer el catolicismo a los habitantes de las tierras “donadas”.

Estas bulas inauguraron una era de atropellos a los derechos humanos, caracterizada por los saqueos, las usurpaciones, la discriminación, los etnocidios y las imposiciones en perjuicio de los grupos indígenas. Y no podía ser de otra manera ya que los conquistadores y frailes católicos entraron a México con la espada desenvainada, decididos a destruir, con lujo de violencia y métodos anticristianos, todo vestigio de la religión  y cultura indígenas.

El testimonio de Cristián Gómez sobre la inhumana forma en que se llevó a cabo la conquista de México es verdaderamente espeluznante: “La conquista fue despiadada y cruel con los indios, quienes eran tratados peor que esclavos pues se les marcaba con hierro candente, se les dejaba morir de hambre, se les forzaba a trabajar en las minas donde morían por los derrumbes, sufrían enfermedades traídas por los blancos; se les cargaba como bestias, se les azotaba, se les destronaba con perros amaestrados, se les quemaba vivos, se les robaba a sus mujeres, a sus hijos y se les despojaba de sus tierras…” (Cristian Gómez, Tinieblas en el Vaticano, Posada, México, 1993, p. 165).

Hoy por hoy, la discriminación contra los grupos indígenas está más viva que nunca en varios estados de la República mexicana. Prueba de ello es la insatisfacción de las demandas de los pueblos indígenas por parte de las autoridades de gobierno, así como el abandono de estos grupos por parte de las instituciones públicas.

Aparte de esta discriminación hay otra que golpea con severidad a los indígenas que, haciendo uso de sus derechos, decidieron abandonar el catolicismo para abrazar otro credo religioso. Me refiero a la intolerancia religiosa que se encuentra en decenas de comunidades indígenas de Chiapas, Oaxaca y Puebla, así como en el estado de Guerrero, donde un grupo de indígenas del municipio de Cochoapa El Grande se quejaron de la intolerancia religiosa que sufren en su comunidad, sólo por profesar una religión distinta a la católica.

“Este problema lo venimos sufriendo desde el 2009, cuando nos quemaron nuestra iglesia y golpearon a varios de nuestros hermanos cristianos. En ese entonces nos ayudó el subsecretario de asuntos religiosos del gobierno estatal y las cosas se tranquilizaron un poco”, declaró Bonifacio Ortiz Vázquez a Enrique Villagómez, corresponsal de El Financiero en esa zona del país.

Los indígenas afectados señalaron al diario antes mencionado que “se encuentran segregados del resto de la comunidad católica, al grado de que no pueden ni siquiera sepultar a sus muertos en el panteón municipal y los niños son víctimas constantes de burlas y agresiones por parte de sus maestros y los maestros no dicen nada”.

Estos actos de bullying y discriminación son totalmente detestables; pero lo son más cuando prácticas de esta naturaleza son perpetradas por quienes han sido discriminados de por vida por su situación autóctona. Conociendo el sufrimiento que ocasiona la discriminación, los grupos indígenas católicos deberían de actuar con respeto a la ley y a la diversidad religiosa, absteniéndose de discriminar a los miembros de sus etnias que han resuelto abandonar el catolicismo para profesar otro credo.

Twitter: @armayacastro 

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