Por Armando Maya Castro
En México,
el bullying sigue ocasionando miedo, dolor y deterioro de la autoestima en los
menores que son objeto de agresión en el entorno escolar. Rebeca Pelayo
González, directora de Comunicación, Respeto y Tolerancia (Coreto), acaba de
dar a conocer estadísticas recientes que colocan a nuestro país en primer lugar
en bullying en Latinoamericana. Explicó que el 25% de estos casos suceden
dentro del salón de clases, en presencia de los maestros, quienes ni siquiera
se enteran de lo que sucede mientras imparten sus clases.
La especialista se refirió también al ciberbullying, es decir, al
acoso anónimo o abierto que se da a través de mensajes escritos en celulares,
chats y redes sociales. Indicó que dos de cada 10 alumnos han usado el teléfono
celular para grabar a sus compañeros en situaciones comprometedoras, y estas
imágenes son subidas a las redes sociales.
El
presidente Enrique Peña Nieto, que conoce la gravedad de este lamentable
problema, se comprometió a que el gobierno de la República combatirá el acoso
escolar, señalando que se trata de un tema que “no puede esperar”, por lo que
–dijo– “desde ahora debemos tomar acción y definiciones que permitan combatir
este acoso”.
El bullying
es un problema en ascenso, en el que han influido factores como los programas
de televisión con contenido violento, así como los videojuegos que incluyen
violencia física capaz de intensificar la excitación física y las ideas
agresivas en los menores de edad. Esta situación ha sido materia de estudio por
parte de diversos psicólogos de nuestro tiempo, quienes se han mostrado hondamente
preocupados por la nueva generación de realidad virtual y de juegos de
Internet.
En los años
setentas, Gerbner y Liebert analizaron las emisiones infantiles de la
televisión americana. De acuerdo con el primero, el 80% de dichas emisiones
contenían episodios violentos. En 1976, Liebert “contó en programas destinados
a los niños un promedio de seis agresiones por media hora, contra un solo acto
de apaciguamiento luego de una agresión, en ese mismo lapso”. Huesmann afirma
que “el hecho de ver mucha violencia en la televisión está asociado al aumento
de la agresión, sobre todo de los niños menores”.
En 2009, la encuesta Internacional
de Docencia y Aprendizaje (TALIS, por sus siglas en inglés), elaborada por la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ubicó a
México en el primer lugar en los casos de violencia verbal, física y sicológica
entre alumnos de educación básica de 23 países”.
Pero no todo es culpa del
Internet, la televisión y los videojuegos. Aparte de estas influencias
socializantes, la familia y la escuela son determinantes en la formación de los
niños, que a la postre pueden convertirse en una amenaza para el alumnado y,
más tarde, para la sociedad en general, algo que debe preocuparnos si se toman
en cuenta los altos e históricos índices de criminalidad que enfrentamos. Se
afirma, y con no poca razón, que los padres agresivos y proclives al castigo
tienen hijos agresivos.
En el libro que coordina
Marta Sadurni i Brugué, titulado El desarrollo de los niños, paso a paso, se
señala que “el niño que ofende o maltrata a sus compañeros es generalmente un
niño que sufre, él mismo, maltrato en el seno de su familia. El perfil
característico de este tipo de niños responde al de un sujeto que tiene poco
control sobre sus emociones, no sabe canalizar sus sentimientos negativos; la
frustración y la baja autoestima que tiene de sí mismo hacen que necesite
demostrarse que es superior a los otros en algún sentido. Otras veces lo que
ocurre es que aplican en sus relaciones con otros niños el único modelo de
convivencia que han aprendido: el de la fuerza y la intimidación”.
Si queremos escuelas libres
de acoso escolar, empecemos
por educar y transmitir valores en nuestros hijos e hijas, buscando desterrar
así las prácticas y expresiones violentas arraigadas en nuestras vidas y en nuestras
familias. Sólo así lograremos ponerle fin al sufrimiento y a los problemas que
el bullying está ocasionando en las escuelas de nuestro país.
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