martes, 7 de enero de 2014

“GAZOLINAZOS” Y CUESTA DE ENERO



Por Armando Maya Castro



La reforma energética, que abrirá la explotación de los hidrocarburos a la inversión privada, no acabará con los "gasolinazos". Así lo dio a conocer Acción Nacional, el partido que de la mano del PRI aprobó la modificación de los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, desatando un alud de inconformidades, críticas y opiniones que fueron del dominio público. 

Cuando el senador panista Héctor Larios declaró que las gasolinas y el gas van a seguir en precios internacionales, y que los mexicanos tendremos que seguir aguantando dos años más de gasolinazos, no le dijo al pueblo de México una novedad o algo que éste ignorara. Le dijo algo que ya todos sabíamos: que con o sin reforma energética los aumentos a la gasolina continuarán en el año 2014, algo que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público había anunciado desde el pasado mes de diciembre.

Una realidad que nadie puede negar es que el aumento mensual al precio del diésel y la gasolina ha comenzado a incrementar de manera importante los precios de los productos de la canasta básica, que con la recién aprobada reforma fiscal se ha vuelto inalcanzable para millones de familias mexicanas. 

Recordará usted que los gasolinazos, tan temidos y repudiados a lo largo y ancho de nuestro país, fueron implementados en el sexenio pasado con el fin de reducir la carga que sobre las finanzas públicas tiene el subsidio a los combustibles. 

El presidente Enrique Peña Nieto, quien en la pasada administración panista expresó su rechazo a los gasolinazos, los ha mantenido en lo que va de su sexenio. Lo ha hecho bajo el argumento de evitar un deterioro importante y permanente de las finanzas públicas del país, finalidad que no se ha cumplido. Esto lo sabe perfectamente bien el Jefe del Ejecutivo Federal, quien también sabe que el aumento mensual al precio de la gasolina ha terminado incrementando el costo de los fletes y peajes en perjuicio de las familias mexicanas que viven en condiciones de extrema pobreza.

Diversos actores políticos y sociales han señalado esta incongruencia y han levantado la voz a lo largo de la presente administración pidiendo la congelación de los aumentos de los productos derivados del petróleo. Estas voces han sido ignoradas una y otra vez, lo mismo que las protestas de los mexicanos convencidos de que los constantes aumentos a los combustibles provocan incrementos en los costos del transporte, afectando severamente a los sectores agrícola, pesquero, industrial, comercial y al público en general. 

Hay quienes consideran que esta avalancha de aumentos hará de la presente cuesta de enero la peor de todas, debido a las reformas que se han aprobado en los últimos meses. El golpe más severo –nos dicen– lo sufrirán aquellas familias mexicanas que tuvieron un considerable desgaste económico en las pasadas fiestas decembrinas, así como la población de bajos recursos.

El problema, justamente, es este: se efectúan incrementos y se crean nuevos impuestos en nombre del progreso de México y del bienestar de los más necesitados, cuando son éstos los que terminan sufriendo las consecuencias de esta insensibilidad gubernamental.

Los mexicanos esperan que el gobierno de Enrique Peña Nieto se muestre mucho más sensible ante la pobreza y la miseria que golpea a las familias más pobres de México, a quienes les espera una cuesta de enero dificilísima, que amenaza con prolongarse a lo largo de todo el año. Ojalá que Peña Nieto y su gabinete entiendan que la pobreza no se combate con más impuestos, ni se puede cubrir con discursos cargados de superficialidad, que terminan lastimando más al pueblo de México. Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que el pueblo de México merece que sus gobernantes le hablen con la verdad en todo tiempo.

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