martes, 19 de noviembre de 2013

DECENA TRÁGICA


Por Armando Maya Castro
En febrero de 1913, Francisco I. Madero, iniciador de la Revolución Mexicana, fue traicionado, derrocado y asesinado por Victoriano Huerta, quien contó con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, el clero católico, los hacendados del país y la mayoría de los gobernadores de la República (Foto: Bicentenario.gob.mx).

Se conoce con este nombre a la serie de acontecimientos fatídicos que tuvieron lugar del 9 al 18 de febrero de 1913, lapso en el que Félix Díaz –sobrino del dictador Porfirio Díaz–, Bernardo Reyes, Manuel Mondragón y Aureliano Blanquet encabezaron y dirigieron un golpe de Estado que culminó con el derrocamiento de Francisco I. Madero, su asesinato y el de José María Pino Suárez. 

Estas acciones en agravio del pueblo de México y de su incipiente democracia fueron auspiciadas por el embajador estadounidense Henry Lane Wilson. Los golpistas contaron, asimismo, con el respaldo de Victoriano Huerta, quien pactó secretamente con Félix Díaz, mientras le hacía creer a Madero que combatía a éste en el centro del país. La traición del chacal se consumó cuando firmó el Pacto de la Embajada, llamado así porque se realizó en la sede consular de Estados Unidos en México, sitio en el que se concertaron los siguientes acuerdos: 

  • ·         El desconocimiento del gobierno de Francisco I. Madero;
  • ·         La Presidencia provisional de Huerta antes de 72 horas, con un gabinete integrado por reyistas y felicistas;
  • ·         Félix Díaz no tendría ningún cargo, para así poder contender en las futuras elecciones;
  • ·         La notificación a los gobiernos del cese de Madero y,
  • ·         El fin de las hostilidades (Rivera Ayala, Clara y María de la Luz Sara Rico Ramírez, Historia de México, Thomson, 2008, p. 171).
Tras la firma del citado convenio, Huerta se puso abiertamente del lado de los traidores que tenían en su poder La Ciudadela, "fortaleza que, además, era el almacén de armas y parque del Ejército federal", explica Jesús Ángeles Contreras en su libro Felipe Ángeles: su vida y su obra. 

La noche del 22 de febrero, el llamado Apóstol de la Democracia y Pino Suárez fueron asesinados por la espalda cuando eran conducidos a la Penitenciaría de Lecumberri, a pesar de que se había garantizado la seguridad de ambos. La muerte de Madero logró unir a las fuerzas revolucionarias en torno a un objetivo: luchar en contra del usurpador, quien recibió el apoyo de los Estados Unidos, pero también el de la Iglesia católica a través de un préstamo de diez millones de pesos, afirma la escritora Ma. Stella Oranday Dávila en su libro Los Truenos de la Cruz. 

Manuel González y Ramírez, citado por el escritor Édgar González Ruiz, se refiere así al apoyo que el clero dispensó a Huerta: “El Partido Católico fue uno de los principales basamentos de la usurpación. Desafortunadamente, para hacer efectiva esta cooperación, los jerarcas eclesiásticos mostraron sus simpatías a favor del huertismo. Por eso, de nueva cuenta, los púlpitos fueron usados como tribunas políticas desde donde se atacó la revolución constitucionalista...”.

La mañana del 24 de febrero de 1913, los hombres y mujeres que reconocían el aporte democrático de Madero a la vida de la nación se reunieron en el Panteón francés de La Piedad para despedir al líder revolucionario. Sus restos permanecieron en ese cementerio hasta el 20 de noviembre de 1960, fecha en que fueron exhumados para ser depositados en el Monumento a la Revolución, "donde deben estar", afirmó ese día el diputado Juan Sabines Gutiérrez, quien presidió el discurso de homenaje a Madero en la Cámara de Diputados con motivo del cincuentenario de la Revolución.

Al referirse a la Revolución –que con Madero a la cabeza planteaba como meta el fin de la dictadura de Porfirio Díaz y el establecimiento de la democracia–, Sabines Gutiérrez explicó que dicho movimiento "no es otra cosa que el afán de libertad y justicia". Enseguida agregó, con ánimo eufórico: "Que nos tome de la mano don Francisco I. Madero, para ver sus principios, que nos guíen por el camino en llamas don Venustiano Carranza, Emiliano Zapata, Pancho Villa, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, que a su lado oigamos también las voces de Pascual Orozco, Lucio Blanco, Eulalio Gutiérrez y tantos y tantos generales del pueblo y tantos y tantos soldados que aprendieron que la muerte valía menos que la justicia" (El Informador, 21 de noviembre de 1960).

A 103 años del inicio de la Revolución Mexicana, la figura de Madero se agiganta al tiempo que decrece la del apátrida Victoriano Huerta y la de los demás golpistas, quienes asestaron un severo golpe a la democracia, al igual que los grupos y personas que apoyaron al cruel y desleal usurpador. Me refiero al injerencista gobierno norteamericano, a los grandes hacendados del país, al clero católico y a la mayoría de los gobernadores de la República, a excepción de José María Maytorena y Venustiano Carranza, gobernadores de Sonora y Coahuila, respectivamente.

Pasada la Decena Trágica, los mexicanos vivieron varios años de incertidumbre política, lo que constituyó un impedimento para el combate exitoso de la pobreza y la desigualdad, fenómenos que, de entonces a la fecha, han crecido a un ritmo acelerado. La presencia de estos problemas prueba que la democracia por la que luchó Madero sigue sin lograrse, pues ésta será plena cuando la pobreza y la desigualdad dejen de excluir a millones de mexicanos del ejercicio pleno de sus derechos económicos, políticos y sociales. 

Publicado en El Mexicano:

 

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