miércoles, 24 de julio de 2013

FOX Y SU BROMA DE MAL GUSTO

Por Armando Maya Castro
Vicente Fox Quesada, uno de los peores presidentes que ha tenido México, habla de la inexistente traición de Benito Juárez, olvidándose que la verdadera traición fue consumada por él cuando se humilló en su condición de Jefe de Estado ante el papa Juan Pablo II. Este acto, aparte de violentar los ordenamientos jurídicos en materia de Estado laico, representó la sumisión del pueblo de México ante el pontífice romano, ya que Fox no asistió a la recepción papal como un creyente más, sino como Jefe de Estado y representante de un pueblo que dejó de ser, desde hace muchas décadas, cien por ciento católico 


La figura de Benito Juárez se agiganta con el correr del tiempo. A 141 años de su muerte, su figura se mantiene viva y sigue siendo admirada por propios y extraños, aún "sin comprender en toda su magnitud lo que hizo por su patria y por la libertad de todos los pueblos oprimidos", escribió en vida Vicente Lombardo Toledano.

En su tiempo, Juárez fue un hombre amado pero también odiado. Lo amaron aquellos que saben que su obra "brinda numerosos y profundos argumentos para ponderarlo como héroe nacional por su actuación y desempeño en la toma de decisiones, enfrentando obstáculos locales e internacionales como la intervención francesa, el imperio , el mantenimiento de la república itinerante, la fidelidad de las fuerzas militares republicanas...". Lo odiaron –y lo odian aún– los grupos conservadores y clericales que califican a Juárez como un impío que persiguió a la religión y despojó sacrílegamente a la Iglesia de sus propiedades.

Han sido éstos, justamente, los que han lanzado las más absurdas calumnias y las injurias más soeces en contra de quien tuvo el mérito de levantar a la nación por encima de la Iglesia católica, algo que logró a través de la promulgación de las Leyes de Reforma. Hoy se une a los detractores de Juárez la voz de Vicente Fox Quesada, quien aseguró que se lleva de calle a todos los presidentes que han gobernado México, “incluido (Benito) Juárez”.

Esta declaración, que se antoja como una broma de muy mal gusto, produjo un alud de críticas que el ex presidente de México respondió asegurando que no puede respetar a un presidente que casi traiciona a México intentando vender el país a través del tratado Mc Lane-Ocampo. El ex presidente de México, como buen católico, recurre a una vieja calumnia, la misma que utilizaron hace 150 años los conservadores y algunos miembros de la jerarquía católica.

Al respecto, Gastón García Cantú apunta: “El tratado Mc Lane-Ocampo fue, primero, un argumento para apodar de traidores a los liberales: después cayó en olvido y cuando porfiristas de segunda, como [Francisco] Bulnes, se dieron a la tarea de “revisar” la historia de la Reforma, fue desempolvado para que la figura de Juárez no borrara la de [Porfirio] Díaz. El porfiriato hizo de la Reforma un culto a los muertos, después de haber derogado sus leyes: no fue ajeno a las calumnias contra Juárez, de ahí la respuesta de Genaro García, por ejemplo, a los episodios imaginarios de Bulnes”.

Respecto al mismo tema, Manuel Aguilera Gómez, ex regente de la Ciudad de México y ex director general del  ISSSTE, opinó: “…el proyecto final del tratado complementario del correspondiente a la Mesilla comprendía sólo derechos de transportación por diversas vías de las ciudades fronterizas norteamericanas hacia el Océano Pacífico, pero nunca implicó cesión territorial alguna, como lo pretendía la Casa Blanca (Impacto.mx, 23 de marzo de 2013).

Lombardo Toledano, mencionado en el párrafo primero de esta columna, se refirió a esas voces que, de manera infundada, calumnian la figura del Benemérito de las Américas: "Las calumnias y las injurias que durante más de un siglo han volcado contra ella los elementos conservadores de México, no han afectado su personalidad, a semejanza de la espuma de la marea que sólo llega a los pies de la montaña que domina el océano".

Tras explicar los motivos por los que el pueblo ama al ex presidente de raza indígena, Lombardo Toledano explica las razones que tienen los mexicanos ilustrados para amarle: “El intelectual –el que usa la inteligencia para conocer la verdad y captar la belleza ofreciéndolas a sus semejantes– ama a Juárez porque sabe que puso fin a la Edad Media, como concepción de la vida en América, inició la época moderna, formuló el alegato más vigoroso hasta hoy contra el imperialismo, y dio confianza a los pueblos débiles en la fuerza invencible de su derecho a vivir libres si saben defenderlo".

¿Qué le hacen a la enorme figura de Juárez las atolondradas declaraciones de quien ha sido juzgado como uno de los peores presidentes de México? Absolutamente nada. El único perjudicado es el guanajuatense, pues, aparte de quedar ante los ojos de todos como un ignorante de la historia de México, se granjea la antipatía de quienes tienen el mejor concepto del oriundo de San Pablo Guelatao, Oaxaca. La decisión de los regidores de Oaxaca, que el pasado martes declararon a Fox persona non grata, demuestra mi afirmación.


Alguien debería aconsejarle a Fox que ponga fin a sus desatinos, que no hacen sino deshonrar la memoria de un mexicano de excepción, ofendiendo de paso la inteligencia de los mexicanos y extranjeros que tienen a Juárez –como afirma Fox– en un pedestal. Es una pena que su ignorancia no le permita entender que Juárez es mucho más que frases brillantes, y que está en un sitio encumbrado no porque “todo mundo” lo haya puesto ahí, sino por su comportamiento humilde, su trabajo honrado y su innegable nacionalismo.

Publicado el sábado 20 de julio de 2013 en El Mexicano de Tijuana

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