sábado, 29 de junio de 2013

LA REFORMA MIGRATORIA



Por Armando Maya Castro
Los inmigrantes latinoamericanos han sido, desde hace décadas, grandes motores del crecimiento económico estadounidense. De aprobarse en la Cámara Baja, la reforma migratoria solucionaría el estatus legal de todos ellos en la nación más poderosa del mundo
Buenas noticias para los mexicanos que residen en Estados Unidos en calidad de indocumentados: con 68 votos a favor y 32 en contra, el Senado de Estados Unidos avaló el pasado jueves una propuesta de reforma migratoria que cuenta con el respaldo del presidente Barack Obama, quien reconoció desde hace algún tiempo “la necesidad de una reforma migratoria, legalizar la entrada de trabajadores a Estados Unidos y regularizar a millones que ya están allá, explotados, con bajos salarios [y] sin protección social”.

Esta reforma, que el canciller José Antonio Meade calificó como “un paso importante en la dirección correcta”, no debe hacernos olvidar que el miércoles 26 de junio se aprobó una enmienda que contempla el endurecimiento inédito de la frontera entre México y Estados Unidos. Estará de acuerdo conmigo, estimado lector, que no es un asunto menor hablar del despliegue de 40 mil agentes de la Patrulla Fronteriza, la utilización de radares y sensores en la franja fronteriza, así como la edificación de torres y el aumento de vuelos de helicópteros y drones a lo largo de los más de 3 mil kilómetros de frontera. 

El proyecto de reforma migratoria, que fue enviado para su debate a la Cámara de Representantes, abre la vía para la legalización y eventual ciudadanía de más de 11 millones de seres humanos, de los cuales más de la mitad son mexicanos. Hablamos de hombres y mujeres de todas las edades, quienes han tenido que soportar en el vecino país del norte todo tipo de humillaciones: deportaciones, maltrato físico y verbal, golpes y descargas eléctricas. Todo esto, con base en el ambiente racista que impera en Estados Unidos, donde los derechos humanos de los migrantes han sido atropellados una y otra vez.

A la semejanza de millones de mexicanos, saludo con especial regocijo la aprobación de la reforma migratoria. Comparto la opinión de quienes han calificado esta reforma como un avance histórico y de gran importancia en la historia y economía de Estados Unidos y México. La sociedad mexicana y la estadounidense saben perfectamente bien que, desde hace mucho tiempo, los inmigrantes mexicanos en la Unión Americana han puesto sus mejores esfuerzos en busca del bienestar y progreso de ambas naciones. 

Entiendo muy bien las preocupaciones y expresiones de inconformidad de quienes señalan que “una reforma migratoria sin enfoque de integración regional y de libertad de tránsito significa un retroceso para los ciudadanos de toda la región centroamericana y del Caribe”. Esta preocupación se halla presente en aquellas personas que ven los beneficios de la reforma migratoria, pero que no pierden de vista que dicha reforma pretende ser el pretexto de Estados Unidos para convertir nuestra frontera norte en la más hermética y militarizada “desde la caída del Muro de Berlín”. 

Los mexicanos confiamos en que la Secretaría de Relaciones Exteriores cumplirá su palabra en el sentido de trabajar por la vía diplomática para flexibilizar tales medidas, realizando los esfuerzos que sean necesarios para evitar la división de las familias y para que se respete, por encima de cualquier interés, la dignidad de la persona humana. También esperamos que el gobierno federal trabaje de manera efectiva e inteligente en la creación de más y mejores empleos, lo que evitará que más mexicanos emigren al país de las barras y las estrellas en busca de mejores condiciones de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario