jueves, 23 de mayo de 2013

SIN AFANES PROPAGANDÍSTICOS



 
La Fundación Samuel Joaquín Flores, al igual que las demás fundaciones que han sido creadas bajo el auspicio e impulso del Director Internacional de la Iglesia La Luz del Mundo, han realizado una admirable labor social, digna del reconocimiento de propios y extraños

En México se pondera a los hombres y mujeres que han realizado hazañas notables en pro de la patria, pero no se hace justicia a los hombres y mujeres que contribuyeron a la realización de esos proyectos de libertad. En las grandes celebraciones nacionales, pocos, muy pocos recuerdan a la gente próxima a los protagonistas de los actos heroicos que le han dado lustre y grandeza a nuestra nación.

Sin estos héroes anónimos, que por amor a México derramaron su sangre en los campos de batalla, no se entenderían las conquistas que se atribuyen en exclusiva a los personajes que tienen un lugar bien ganado en la memoria de los mexicanos.

Nadie desconoce la grandeza y los méritos de Hidalgo, el Padre de la Patria, ni de Morelos, el Siervo de la Nación, hombres que a comienzos del siglo XIX fueron acusados por el gobierno virreinal de alta traición, aparte  de ser perseguidos por su propia Iglesia, la católica, quien los consideró herejes y traidores de lesa majestad.

Pero el mérito no fue exclusivo de los anteriores próceres, ni de otras figuras como Josefa Ortiz de Domínguez, Ignacio Aldama, Ignacio Allende, López Rayón, Vicente Guerrero y muchos más, cuya aporte a la independencia está fuera de cualquier duda. El mérito es también de aquellos cuyos nombres no figuran en los libros de historia ni en la memoria de la mayoría de los mexicanos, pero que pusieron su granito de arena en la lucha que inició el 16 de septiembre de 1810.

En el México de hoy, el problema sigue siendo el mismo. Los hombres y mujeres que con su dedicación diaria y con su trabajo honrado contribuyen a la grandeza de nuestro país, permanecen en el anonimato, siendo desconocidos por el resto de los mexicanos. 

Durante las campañas electorales, como las que han comenzado a realizarse en algunos estados de la República, la televisión y la radio nos bombardea, día con día, de spots bien pagados en horario triple A, donde los funcionarios públicos, que fueron elegidos para gobernar y administrar honestamente el erario, nos hablan de las “hazañas” y “proezas” realizadas en sus respectivas administraciones. 

Pero nadie dice nada de la gente que aporta los recursos con que se edificaron escuelas, hospitales y carreteras, así como las demás obras de beneficio social. Es lamentable que esos recursos económicos, aportados por los ciudadanos, que cumplen con el pago puntual de sus impuestos, sean utilizados como trampolín en las aspiraciones personales de muchos políticos mexicanos. Los mensajes de éstos pretenden generar en sus gobernados un sentimiento de gratitud que los induzca a votar por los candidatos del partido político al que pertenecen.

¿No es justo que se reconozca la contribución de los mexicanos y mexicanas que día con día aportan lo mejor de sí mismos por amor a México? Por supuesto que sí; y no me refiero sólo a quienes tradicionalmente han cumplido con sus contribuciones fiscales, esperando que cada peso aportado sea administrado con transparencia y honestidad, sino a aquellos que, disponiendo de su propio peculio, lo imparten generosamente en obras de beneficio social, ayudando a disminuir las carencias de miles de necesitados.

Al respecto, me permito mencionar la desinteresada labor altruista que a lo largo del año realizan los grupos comprometidos con el bienestar de las clases marginadas. Hablo, evidentemente, de aquellas instituciones que, sin afanes propagandísticos ni fines de lucro, actúan generosamente, brindando amor y asistencia social a quienes más lo necesitan.

Al hablar sobre este tema, es imperioso destacar la extraordinaria labor de las fundaciones “Maestro Samuel Joaquín Flores, A. C., y “Eva García de Joaquín, A. C.”, que bajo el auspicio e impulso del Doctor Samuel Joaquín Flores, Director Internacional de la Iglesia La Luz del Mundo, realizan una extraordinaria labor social en beneficio de los que menos tienen.  

Durante décadas, estas instituciones, sin asignación ni presupuesto gubernamental, se han dedicado a brindar apoyo en materia de asistencia social y de educación a los grupos sociales con más necesidad. ¿Quién reconoce la labor social que de manera continua realizan estas fundaciones? Nadie dice nada de la labor altruista de instituciones como estas, que se dedican a aliviar males y a darle a México ciudadanos cuyo nivel académico ha de contribuir al engrandecimiento de nuestro querido México.

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