martes, 16 de abril de 2013

LIBERTAD RELIGIOSA



Por Armando Maya Castro
 
En Irán, Irak, Argelia, Pakistán y demás países de mayoría musulmana, la falta de libertad religiosa se manifiesta en ataques y persecuciones contra las minorías religiosas establecidas en esos países. Similar situación experimentan los evangélicos en algunas naciones donde el catolicismo es la religión mayoritaria
Hasta mediados de los años 80, el tema de los derechos humanos no tenía gran impacto en México. Poco se hablaba de ellos, y quienes lo hacían se referían a atropellos que tenían lugar en otras latitudes, faltando a la verdad al señalar a  México como un país exento de violaciones  a los derechos humanos.

De entonces a la fecha, se habla en todas partes  y a todas horas de los derechos humanos. La cotidianidad del tema puede corroborarse en la radio y en la televisión, en las conversaciones cotidianas, en las columnas y artículos periodísticos que se ocupan del tema.
Hoy, este tema es de actualidad, tanto que ha llegado a ser parte del lenguaje coloquial cotidiano. Y no es para menos, ya que las libertades fundamentales constituyen el bastión protector de la dignidad de todos los hombres. No son exclusividad de derechas o izquierdas, de mayorías o minorías, pues los derechos humanos “no protegen a una clase frente a otra, ni a un hombre frente a otro, sino a todos los ciudadanos frente a posibles actos desmedidos o arbitrarios del poder…”.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, es el primer instrumento internacional que codifica los principales derechos humanos a nivel mundial. Estos derechos, que deben gozar del mayor grado de protección jurídica, tienen como característica el ser universales, pues pertenecen a todos por igual: hombres y mujeres, ancianos y niños, sin importar raza, credo, sexo, cultura, nacionalidad, lugar de residencia, nivel académico, oficio, etcétera. Ninguna persona puede ser excluida del disfrute de ellos.

Los derechos humanos se definen también como inherentes a la persona humana, puesto que se originan en su propia naturaleza, no en las concesiones o beneplácitos del Estado o de las leyes vigentes. Otras de sus características es que son irrevocables, inalienables, intransferibles e irrenunciables. Es decir, no se pueden renunciar, cambiar, transferir o negociar.

En la lista de estos derechos figura el derecho fundamental de libertad religiosa, definida en diversos documentos internacionales. El principal de ellos es la ya mencionada Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su artículo 18 indica: "Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia".

Otros esfuerzos de la ONU para impulsar el respeto a la libertad religiosa en el mundo son: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 (Artículo 18), y la Declaración de 1981 sobre la Eliminación de todas las formas de Intolerancia y de Discriminación fundadas en la Religión o las Creencias. Esta última considera a la discriminación por motivos religiosos como una ofensa a la dignidad humana, que debe ser condenada como una violación a los derechos humanos y a las libertades fundamentales.

¿Han logrado estos documentos internacionales terminar con los problemas de intolerancia y discriminación religiosa en el mundo? La respuesta es un no categórico, aunque debemos admitir que el problema no es la normativa en sí, sino aquellos Estados que queriendo favorecer a las mayorías religiosas, dejan en estado de indefensión a las minorías religiosas. 

Hoy por hoy, las violaciones sistemáticas y graves del derecho de libertad religiosa están a la orden del día en más de 20 países de mayoría islámica y con fuertes impregnaciones fundamentalistas. El panorama es similar en varios países de mayoría católica, donde los grupos religiosos minoritarios siguen siendo el blanco de la violencia desplegada por las mayorías fanáticas e intolerantes.

En México existen varios estados con este problema, pero el más preocupante es Chiapas, donde la intolerancia religiosa es una constante desde 1962. Desde ese año a la fecha, en esa entidad de la República mexicana se han producido frecuentes violaciones a los derechos humanos de los evangélicos indígenas. El problema persiste a pesar de que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha intervenido haciendo diversos llamados para que cesen los actos violentos perpetrados por los católicos fundamentalistas en agravio de los evangélicos establecidos en esa región. Los mexicanos esperamos que el presidente Enrique Peña Nieto realice los esfuerzos necesarios para acabar con este flagelo social, tal como lo prometió en su campaña electoral. 


Este artículo fue publicado en la edición impresa del diario El Mexicano de Tijuana, el día 16 de abril de 2013
 



@armayacastro 





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