martes, 22 de enero de 2013

EL CELO DE DIOS EN EL APÓSTOL DE JESUCRISTO

Por Armando Maya Castro

La Glorieta Central que circunda el templo sede internacional de la Iglesia La Luz del Mundo lucío pletórica de almas que se regocijaron al escuchar el mensaje del Apóstol de Jesucristo, Hermano Samuel Joaquín Flores


El pasado 20 de enero, el Apóstol de Jesucristo Hermano Samuel Joaquín Flores, Director Internacional de la Iglesia La Luz del Mundo, dirigió un mensaje a los fieles esparcidos por los cinco continentes, a quienes declaró que, mientras Dios se lo permita, seguirá cuidando de ellos con celo de Dios, y que lo hará hasta que logre presentar a la Iglesia como una virgen pura delante del Creador del universo. 

La exhortación apostólica tuvo lugar al término de la escuela dominical, celebrada en la colonia Hermosa Provincia de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, donde decenas de miles de almas se regocijaros al escuchar las palabras del Apóstol de Jesucristo, quien declaró a la Iglesia que se encuentra activo, cumpliendo la misión que le ha sido encomendada, que consiste en cuidar espiritualmente a las almas y anunciar el Evangelio de Dios.  

Ayer, por enésima vez, quedó constancia de que en el corazón del Hermano Samuel Joaquín habita un celo especial, propio de la esfera divina. El suyo no es un celo humano o carnal, pues este tipo de celo nada de divino puede tener. El celo que mueve las acciones del Apóstol de Dios, el que lo impulsa a custodiar con amor paternal a las almas que han sido redimidas por Jesucristo, es de arriba, “y lo que de arriba viene, sobre todo es”.

Como humanos, solemos pensar en el celo como algo pecaminoso, negativo y, en consecuencia, perjudicial. Acostumbramos a ver el celo como un sentimiento que puede conducir a una conducta violenta, destructiva y persecutoria. Sin embargo, el mismo Dios se presenta a Israel como un Dios fuerte y celoso”, dispuesto a proteger a su pueblo de los peligros y amenazas que le rodean. Este sentimiento, en Dios y en sus enviados, no puede expresar negatividad, sino una ardiente preocupación por la salud y bienestar espiritual de las almas.

Al abundar sobre el tema del celo de Dios, el Apóstol de Jesucristo ratificó ante la multitud que ese celo no se apartará de su corazón y que seguirá mostrándolo “por vuestras almas y la enseñanza”. Mientras hablaba impulsado por ese celo, llamó a los fieles de la Iglesia a ser “limpios y firmes en la doctrina y en el comportamiento espiritual en el que habéis sido instruidos”.

Con cuidados así, los miembros de la Iglesia del Señor han adquirido a través de los años una conveniente formación moral y espiritual, alejados de los vicios y de las prácticas que degradan la dignidad humana. Ese celo, unido al amor que habita en su alma, lo han llevado a enfrentar exitosamente los peligros espirituales que amenazan la integridad de la Iglesia que Dios ha puesto bajo su cuidado y dirección. 

Es justo reconocer el celo del Apóstol de Jesucristo, pero también su trabajo en el campo de la formación de valores, cuyo propósito principal es complacer a Dios y lograr la dignificación de los seres humanos, procurando que sus consejos lleven a cabo una transformación integral en aquellos que han sido llamados a formar parte de la Iglesia La Luz del Mundo.


@armayacastro




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