jueves, 28 de junio de 2012

LO QUE FOX Y PEÑA NIETO TIENEN EN COMÚN

Por Armando Maya Castro

Fox besa el anillo del papa

Durante su mandato presidencial, Vicente Fox Quesada “gobernó” sin el más mínimo respeto al principio de laicidad del Estado mexicano, otorgando a la Iglesia católica un trato preferencial frente a las demás asociaciones religiosas establecidas en México. Los artículos constitucionales, pilares de Estado laico, fueron violados una y otra vez por el guanajuatense y algunos miembros de su gabinete. Por algo, el pastor evangélico Adoniram Gaxiola llegó a señalar, en noviembre de 2002, que en la administración foxista, la relación del Estado con la Iglesia católica se asemejaba a la que vivió la España del dictador Francisco Franco.

En la presente campaña electoral, Vicente Fox Quesada ha vuelto a ser noticia por su apoyo al candidato presidencial del PRI, el partido político al que con tanta saña criticó antes de llegar a la Presidencia de la República, lo mismo que a lo largo de su gestión. De esta manera, Vicente Fox le ha dado la espalda al PAN y a su candidata, realizando proselitismo político a favor de Enrique Peña Nieto, quien pactó con el clero católico la reforma del artículo 24 constitucional, según denunció el senador perredista Pablo Gómez. 

Hablar de Vicente Fox Quesada y de Enrique Peña Nieto es hablar de dos políticos que han se han caracterizado por su atropello al Estado laico, y cuyas acciones han estado encaminadas a favorecer por encima de todo a la jerarquía católica. Ambos podrán negarlo y afirmar que nunca han tenido el objetivo de favorecer a una Iglesia en particular, pero las evidencias mediáticas ahí están. 

Acerca de Fox y sus atropellos al Estado laico se pueden escribir muchas cosas. Durante su campaña por la Presidencia de la República, enarboló el estandarte de la guadalupana en un acto público del PAN, pese a la restricción legal que existe al respecto. Como presidente de México, otorgó recursos al clero –a través de la Secretaría de Desarrollo Social– para tareas educativas; hizo diversos planteamientos para que la Iglesia católica tuviera acceso a la educación pública y a los medios de comunicación; brindó un trato preferencial a los clérigos de la Iglesia católica, algo que no hizo con los ministros de culto de las demás asociaciones religiosas. 

En el sexenio foxista, la derecha y la jerarquía clerical reclamaron para sí el retorno de los privilegios que la Iglesia católica tuvo hasta la promulgación de las Leyes de Reforma. Fox nunca le negó nada a la Iglesia católica, quien ha deseado que desde el gobierno se reprima a las minorías religiosas establecidas en México. En julio de 2001, el semanario “Quehacer Político” entrevistó a Jesús Tinoco Amador, a la sazón jefe del Área de Sicología Política e Identidades de la UNAM, quien declaró que la jerarquía católica veía con buenos ojos una ley que se pretendía aprobar en Francia, la cual establece que si el líder de algún grupo religioso comete una infracción, se ve envuelto en crímenes, o tiene problemas con la justicia, de inmediato se le retira el registro a la organización; y que si alguien de la misma desea reactivar el culto sin el ministro principal, todos sus integrantes son enviados a la cárcel por conspirar. 

Durante la visita del papa Juan Pablo II a nuestro país, en julio de 2002, Vicente Fox acaparó los reflectores “al arrodillarse y besar el anillo papal en un gesto de sumisión medieval que sus defensores panistas calificaron de ‘espontáneo’”. ¿Devoción o maniobra propagandística? Lo  que haya sido, el hecho es que con dicho ósculo el abajeño violentó el Estado laico y puso a los pies del papa a un país libre e independiente. 

Respecto a las reformas constitucionales que el clero pretende que se realicen a partir de la reforma del artículo 24 constitucional, me permito recordar las recientes declaraciones que Roberto Velázquez Nieto, investigador del Archivo Secreto Vaticano, hiciera al semanario “Proceso”: “Incluso el presidente Vicente Fox prometió hacer esos cambios mediante su famoso decálogo de campaña, pero fue una mera promesa del Ejecutivo que se topó con el bloqueo del Congreso. Para la Santa Sede, sin embargo, ya resulta anacrónico el esquema de recurrir directamente a reformas constitucionales para lograr sus metas. Actualmente, en sus negociaciones con los Estados recurre a la vía del acuerdo o concordato”. 

Peña Nieto saluda al papa durante la visita de éste a Guanajuato
¿Y qué decir de Peña Nieto? El 21 de diciembre de 2009, el destacado y extinto periodista mexicano, Miguel Ángel Granados Chapa, describía a Peña Nieto como “un practicante católico, formado en escuelas religiosas hasta el nivel universitario, pues se graduó de abogado en la Universidad Panamericana, administrada por el Opus Dei, una organización de gran influencia política en varios países, incluida España, lugar de su nacimiento”. 

El abanderado de la Coalición Compromiso por México se ha declarado públicamente católico. En diciembre de 2009, Peña Nieto y su novia Angélica Rivera, en franco desafío al Estado laico, encabezaron una delegación que visitó el Vaticano. En esa ocasión, el entonces gobernador del Estado de México, regaló un nacimiento y artesanías mexicanas a Benedicto XVI, quien bendijo anticipadamente la boda de la joven pareja. El 27 de noviembre de 2010, en la catedral de Toluca, Monseñor Constanzo Miranda, arzobispo de Chihuahua, ofició la ceremonia nupcial en donde Peña Nieto y Angélica Rivera unieron sus vidas en matrimonio. 

El 20 de diciembre de 2012, Roberto Blancarte, especialista en temas de religión del Colegio de México, se refirió en los siguientes términos a la cercanía de Peña Nieto con algunos de los jerarcas de la Iglesia católica: “Es bien sabido que el ex gobernador del Estado de México y los obispos de esa entidad, entre los que se encuentra Carlos Aguiar, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, antes obispo de Texcoco y ahora arzobispo de Tlalnepantla, acostumbran reunirse periódicamente”. El problema en sí no son estas reuniones, sino que en las mismas se pone en riesgo la laicidad del Estado mexicano, más aún si tomamos en cuenta que “desde hace por lo menos seis años la reivindicación principal del episcopado ha sido la reforma del artículo 24, para incluir el tan ambiguo como equívoco principio de libertad religiosa, que los obispos católicos definen como el derecho no sólo a creer en lo que se quiera creer, sino a una serie de reivindicaciones específicas, que incluyen el derecho de los padres a educar a sus hijos en la religión de su preferencia”, sostiene Roberto Blancarte.

El tema de la reforma del artículo 24 constitucional ha sido calificado por algunos representantes de los medios de comunicación como el regalo de Enrique Peña Nieto al papa. El 16 de diciembre de 2011, la periodista y escritora Jesusa Cervantes, del semanario “Proceso”, escribía: “El regalo para la Iglesia católica fue promovido por el virtual candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, quien creyó que todos los diputados lo seguirían sin chistar. Por suerte, algunos dieron la batalla y lograron mantener sin variaciones la ley…”.

Si en el pasado reciente las diferencias políticas separaban a Fox y Peña Nieto, ahora ya no, pues el interés de ambos es el mismo: satisfacer las demandas de la jerarquía católica. Por algo se llevan bien y trabajan en el mismo proyecto político. De ahí que insista en la necesidad de contar con un verdadero Estado laico, cuyos gobernantes desempeñen su función sin inclinaciones hacia alguna iglesia en particular. Sólo un Estado independiente de cualquier tipo de influencia religiosa puede dar un trato idéntico a todas las iglesias, garantizando a todas ellas la verdadera libertad religiosa. 

Los mexicanos confiamos en que los diputados de los congresos locales que aún no votan la reforma del artículo 24 constitucional harán buen uso de su voto, sin seguir líneas ni atender consigna alguna. El pueblo de México confía en que estas legislaturas habrán de seguir el ejemplo de los congresos de Morelos, Baja California, Michoacán, Zacatecas y Oaxaca, cuyos legisladores dijeron no a una reforma que pretende el desmantelamiento del Estado laico. Está en ellos impedirlo, ¿no cree usted?

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