sábado, 17 de marzo de 2012

EL ALTO COSTO DE LA VISITA PAPAL


Por Armando Maya Castro

El dinero público usado para la visita del papa Benedicto XVI, constituye un severo golpe al Estado laico, pero también a las finanzas de diversos municipios guanajuatenses. Esto ha inconformado a un grupo de jóvenes, en su mayoría universitarios, quienes el jueves pasado se manifestaron en contra de la presencia del papa en la capital del Estado. 

El alcalde de Guanajuato, Édgar Castro Cerrillo, nos informa que no hay dinero en el ayuntamiento, por lo que ha solicitado recursos a los gobiernos federal y estatal, los cuales se niegan a desembolsar 7.7 millones de pesos, necesarios para pagar sueldos y horas extras de los funcionarios que trabajarán durante la estancia de Ratzinger en el Bajío. El alcalde nos adelanta que si no recibe los recursos solicitados, tendrá “que negociar con el personal para pagar en plazos las horas extras”. Ante esto, conviene preguntarnos: ¿por qué tienen que sufragar los municipios abajeños los gastos millonarios por la visita papal y no la Iglesia católica, cuyo poder económico y material supera al de muchas naciones? 

Desde que fue arropada por el Imperio romano, en el siglo IV, la Iglesia católica no sabe lo que es la pobreza. Si le preguntamos a quienes han investigado sobre el poderío económico de esta institución, nos responderían –con base en sus investigaciones– que se trata de un “emporio financiero de proyecciones internacionales con inversiones de millones de dólares en el sistema crediticio, industrial, inmobiliario y bursátil de numerosos países” (Fernando Bermudez Ardila, Santos, héroes y sátiros, Panamericana, Bogotá, 2007, p. 86). 

Son los guanajuatenses quienes sufrirán principalmente las consecuencias del uso indiscriminado de recursos públicos para sufragar los gastos de las obras realizadas para la visita papal. Esto impedirá la realización de programas sociales, obras y servicios públicos en beneficio de los que menos tienen. Algunas de estas obras seguirán siendo proyectos; otras más quedarán sin ejecutarse o inconclusas. 

En el caso específico de León, Alejandra Gutiérrez, tesorera municipal, refirió que la Tesorería tendrá que promover una modificación presupuestal. En un principio, el alcalde leonés Ricardo Sheffield había anunciado que el presupuesto sería de tres millones de pesos; ahora nos informan que “el gasto corriente equivale a seis millones de pesos, además de ocho millones que se destinaron al acondicionamiento de estacionamientos”. 

Con recursos del gobierno estatal se preparan los escenarios para las presentaciones del papa. Por cuenta del mismo correrán también los gastos para brindar atención a la prensa internacional que acompaña al papa, así como a los medios nacionales y locales. La remodelación y alumbrado de la catedral metropolitana de León le costará al gobierno que preside Juan Manuel Oliva Ramírez 2 millones de pesos. Pero la obra más costosa es el Parque Guanajuato Bicentenario, donde se realizará la misa papal multitudinaria. Martín Malagón, secretario de Obra Pública, nos dice que el costo total de la obra será de 77 millones de pesos (Milenio, jueves 01 de marzo, 2012).

Duele que el gobierno de Guanajuato destine recursos millonarios para atender al papa, en vez de resolver las necesidades urgentes de la población en situación de pobreza. El pueblo de México debe saber que el estado que visitará Ratzinger tiene municipios con limitaciones, carencias y rezagos muy marcados. Ahí están Xichú, Atarjea y Tierra Blanca, municipios que la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) considera como de alta marginalidad. En el caso específico del primero de éstos, la Conapo indican que, de los 11 mil 560 habitantes que hay en Xichú, el 20.94% de la población de 15 años o más es analfabeta; el 34.31% de su población no tiene excusado en su casa; el 35.28% no tiene agua entubada; 46.91% viven con algún nivel de hacinamiento, y el 70.92% de su población ocupada gana menos de dos salarios mínimos. 

Para los múltiples gastos de la organización de la visita papal también fluyen recursos de la Federación, así como de empresas privadas y de particulares a través de la llamada colecta nacional, realizada en todas las diócesis del país. Lo que no se ve por ningún lado es la aportación de la Iglesia católica, la institución más rica del mundo. Nadie sabe con exactitud a cuánto ascienden sus activos, pero son tantos que no tendría necesidad de convertirse en una carga para la economía de los países visitados por su dirigente máximo. ¿No cree usted? 


Twitter: @armayacastro

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